Caldera pellets o bomba de calor

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Poco a poco el frío va recuperando terreno y toca contrarrestarlo. Entre los métodos más eficaces y conocidos, se encuentra el uso de la calefacción. No obstante, el actual contexto bélico y la coyuntura económica han instalado el temor en los hogares, que no saben si podrán hacer frente a la factura del gas.
En este sentido, la búsqueda de opciones de ahorro se ha convertido en una tarea fundamental. Por ello, desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) se han propuesto analizar qué método de calefacción es más económico.
Para ello, la organización ha calculado el coste anual de calentar una vivienda de 90 metros cuadrados en una región fría (zona climática D) con las tecnologías más habituales, entre las que se encuentran la caldera de gas natural, la caldera de gasóleo, el radiador eléctrico, el acumulador eléctrico, la estufa de pellets y la bomba de calor.

«En cuanto a gasto, tenemos dos claros ganadores: la calefacción con biomasa y la aerotermia», adelanta la organización. Así, el coste medio de calentar dicha vivienda albergaría unas diferencias de hasta el 150 % en función del método escogido.

  • Bomba de calor: 455 euros.
  • Estufa de pellets: 545 euros.
  • Caldera de gas natural: 683 euros.
  • Caldera de gasóleo: 816 euros.
  • Acumulador eléctrico: 1046 euros.
  • Radiador eléctrico: 1255 euros.
    No obstante, cada tecnología presenta unas limitaciones y requiere ciertos requisitos que no todas las viviendas cumplen. «No todas las viviendas tienen acceso a la red de gas o espacio de almacenamiento suficiente para los pellets», explica la organización. Por ello, en el mismo informe exponen recomendaciones, ventajas y desventajas que supone cada tecnología.
    Bomba de calor
    Las bombas de calor intercambian energía procedente del exterior para calentar o refrigerar la vivienda. Son muy eficientes, ya que por cada kWh hora que consumen de electricidad aportan 4 kWh de calor. «A pesar el precio elevado de la electricidad, esto les permite ser muy económicas, unos 455 euros al año», señala la organización. Las pegas de este aparato son que requieren de unidades exteriores (algo que no siempre es posible) y que los sistemas de aerotermia aire-agua demandan una inversión bastante elevada (8.000 euros para 16 kW).
    Estufa de pellets
    Esta tecnología es una opción sostenible y renovable, puesto que se alimenta de los residuos orgánicos de las podas o los huesos de aceitunas. Requieren, sin embargo, de espacio en el que almacenar sacos con pellets o huesos, por lo que se recomiendan para segundas residencias y casas que cuenten con suficiente espacio. Además, necesitan de un sistema de distribución del aire por conductos para evacuar humos hacia el exterior, así como un mantenimiento frecuente (hay que retirar cenizas y limpiar cámara de combustión).
    Caldera de gas
    Es una de las tecnologías más habituales en España, ya que el 35 % de los hogares españoles se calientan y abastecen de agua caliente con ella. Las más nuevas mejoran en un 110 % el rendimiento sobre las más antiguas y permiten ahorrar la mitad frente a los radiadores eléctricos convencionales. Sin embargo, necesitan un suministro de gas canalizado y exigen un conste de instalación elevado, de unos 4.000 euros. Además, no deja de ser un combustible fósil que emite CO2.
    Caldera de gasóleo
    Nadie duda de su eficiencia ni de su vida útil. Además, son independientes de los suministros de electricidad y gas, permitiendo su instalación en cualquier lugar. Sin embargo, son más contaminantes y costosas respecto a las calderas de gas. Además, necesitan disponer de un depósito en el que almacenar el combustible. Se prevé que vayan desapareciendo de los hogares, y se recomienda que se sustituyan por otros sistemas más eficientes y menos contaminantes.
    Acumuladores y radiadores eléctricos
    Para funcionar, consumen electricidad con la que calientan unas resistencias eléctricas. Son, por lo tanto, tecnologías que se pueden instalar en casi todas las viviendas. Su inversión inicial es baja y su instalación sencilla. Tampoco ocupan demasiado espacio. Sin embargo, son menos eficientes que otras opciones y su uso es caro.
    Se recomiendan, por lo tanto, para segundas viviendas en las que apenas se vayan a usar.