Climent culpa del atasco fotovoltaico

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El conseller de Economía, Rafael Climent, culpó en parte de los retrasos en la tramitación de las nuevas plantas de energía fotovoltaica a los propios promotores por la falta de documentación en las solicitudes realizadas e incluso señaló que su departamento se estaba encontrando con «dificultades para la acreditación de capacidad técnica y económica» de los proyectos presentados.
«Más del 90% de los expedientes no entran como tocan, hay que hacer requerimientos», señaló Climent durante su comparecencia en Les Corts para explicar los presupuestos de su Conselleria para 2023, ante las preguntas sobre la situación de los proyectos de fotovoltaica. Además añadió que se recibían «infinidad de alegaciones» para explicar la situación.

De hecho, después de defender las comunidades energéticas de autoconsumo como principal solución para el problema de las renovables en la Comunidad Valenciana, incluso apuntó que para cerrar algunos de los expedientes de plantas conectadas a red se están encontrando con problemas «para acreditar la disponibilidad de terrenos» cuando ya está todo listo . «¿Especulación?», llegó a preguntarse el conseller, que dejó claro su rechazo a las plantas de grandes promotores: «La verdadera revolución energética es que la energía esté en manos de la gente y que la transición energética sea justa».

Sin embargo, lo que más llama la atención es que han logrado superar a la burbuja de las puntocom, con la que han sido comparadas con frecuencia. En ese caso, la apuesta de los inversores por las empresas tecnológicas hizo subir el Nasdaq un 375% en tan solo dos años, pero luego cayó un 76% debido a la ausencia de un plan de negocio de las mismas. Como consecuencia, se perdieron miles de millones de dólares.
En cuarta posición se encuentra el boom inmobiliario de 2005 en EEUU, según recoge Fortune. Tras años de escalada de los precios, la venta de viviendas se desplomó y, con ella, el valor de las acciones de los constructores inmobiliarios. Una caída del 83% que dio pie a la mayor crisis económica y financiera de este siglo.
Aunque pueda sorprender, dado que llegó a considerarse un «apocalipsis financiero», la Gran Depresión no ostenta el primer puesto, sino el tercero. Para la economía estadounidense, la década de 1920 fue un periodo de bonanza que terminó drásticamente el 24 de octubre de 1929. Ese día, los inversores, presas del pánico, se lanzaron a vender sus acciones, provocando que el Dow Jones -cuyo valor se había disparado un 281% desde 1927- se hundiera casi un 90%. A este acontecimiento le siguió una crisis económica que se prolongó en EEUU hasta 1934.
En segundo lugar está la conocida como burbuja del Mar del Sur del siglo XVIII. En 1711, se fundó The South Sea Company para controlar y reducir la deuda nacional de Gran Bretaña, así como para ayudar a aumentar su comercio de esclavos, sumamente rentable en aquella época. Con la perspectiva de que este mercado iba a crecer, la sociedad anónima se dedicó a ofrecer a sus inversores intereses del 6%. Asimismo, se hizo cargo de la deuda nacional de 32 millones de libras por 7,5 millones de libras. Sin embargo, dicha explosión nunca llegó a producirse y la compañía optó por comerciar con esa deuda. El desastre se materializó en septiembre de 1720. En tan solo cuatro meses, el valor de los títulos pasó de 1.000 libras a escasas 124 libras, según publica Historic UK.
La burbuja del Mississippi es la que corona este ranking. En la década de 1710, John Law creó el Banque Générale -una entidad con autoridad para emitir billetes- y la Compagnie d’Occident -dedicada a la explotación comercial en el valle del río Mississippi (EEUU)-, lo que le permitió monopolizar el comercio francés de tabaco y esclavos africanos, y las finanzas del país. Al igual que ocurrió con The South Sea Company, las perspectivas de grandes beneficios dispararon el valor de las acciones de la compañía. La cuestión es que Law decidió entonces fusionar ambas entidades, que en la práctica suponía vincular la deuda francesa con sus títulos, según publica Britannica. El resultado fue que, cuando el gobierno francés aprovechó el boom bursátil que recorría Europa para imprimir dinero, la inflación se disparó y arrastró consigo a las acciones de Compagnie d’Occident, las cuales se desplomaron un 95%.